jueves, 2 de junio de 2011

LA MEDICINA MONÁSTICA EN LA ALTA EDAD MEDIA.


LA MEDICINA MONÁSTICA (ALTA EDAD MEDIA)

Habiendo visto como ha ido evolucionando la medicina a lo largo de los años en las diferentes culturas, ahora tenemos que ver como siguió esta evolución en Occidente a lo largo de la Alta Edad Media.

En esta época, los cambios que se producen en la sociedad europea son muy profundos y dan lugar a una auténtica transformación de ésta. Las principales causas de estos cambios son:
     
              - El desarrollo de las escuelas capitulares, paso previo a las universidades.
              - Aportación de la cultura oriental cuando los soldados regresan de las cruzadas
              - Nacimiento de órdenes religiosas que se dedican a los enfermos, como los dominicos, benedictinos y franciscanos.

Como el título del trabajo indica, nos vamos a centrar en este último punto, y más concretamente en los benedictinos, estudiando los fundamentos que les impulsaban a aplicar la terapéutica que aplicaban.

1. “Regula Benedicti” La Regla Santa

Como ya vimos en clase, la medicina monástica se inicia en el monasterio de Monte Cassino, en el año 529.
En este monasterio, San Benito formó a los monjes basándose en una regla fundamentalmente, el famoso “Ora et Labora”.
Desgranando esta frase, también llamada “Regula Benedicti” (del latín, regla de los Benedictinos) se sabe que el fin último de la vida de estos monjes era la entrega a Dios y al prójimo, el servicio a los demás, como ya mostraba la caridad cristiana desde los comienzos del cristianismo.
Con esa frase indica también que la vida del monje debía ser de contemplación y de acción, es decir, que estos monjes trataban de buscar siempre y en todo a Dios, “contemplando” la presencia divina en su trabajo, en los enfermos… y dedicando ratos exclusivamente a la oración.





Además, este "Ora et labora" era la síntesis de todo un Reglamento para sus monjes, que aún hoy siguen los religiosos que pertenecen a esta orden. Este Reglamento, denominado por el fundador de la orden "La Santa Regla", comprendía ciertas recomendaciones, como por ejemplo “La primera virtud que necesita un religioso (después de la caridad) es la humildad.”

Un famoso fragmento de esta Regla es el siguiente:
Ante todo y sobre todo se ha de cuidar a los enfermos, sirviéndolos como si verdaderamente fuesen Cristo, porque Él mismo dijo: enfermo estuve y me visitasteis... Haya un local especialmente dedicado a los enfermos y, a su servicio, un hermano temeroso de Dios, diligente y solícito que ofrecerá a los enfermos el uso del baño siempre que conviniere; pero concédase con más dificultad a los sanos y a los jóvenes sobre todo. Concédase también el comer carne a los enfermos y a los débiles, a fin de que reparen sus fuerzas.

Fue la difusión de esta “Santa Regla” la que le valió el título de patriarca del monaquismo occidental.

La enfermedad en la visión monacal puede ser vista como una gracia cuando se la acepta con paciencia, en el nombre de Jesucristo.
La caridad cristiana da origen al hospital, quizás el progreso más importante de esta época, e institución que se extiende por todo la Europa occidental, anexa a los monasterios y  la atención hospitalaria especializada es llevada a cargo por los monjes.
El hospital cristiano no fue una institución asistencial para toda la población, conforme a su idea original, sino un centro para acoger desvalidos.

2. Terapéutica

En la Alta Edad Media se consideraba que la medicina estaba compuesta por dietética, Farmacia y cirugía. Por ello, el servicio médico de los monasterios constaba de huerto, botica, hermano sanitario y hospital.

Un elemento clave en la actividad médico-farmacéutica de los monasterios es su biblioteca, en la que tenían miles de volúmenes de todo tipo, origen e ideología, copiados e ilustrados durante siglos de actividad en el scriptorium. En estos se comprobaba la inmensa labor de decenas de copistas, miniaturistas e iluministas dedicados durante años a transcribir, página a página, los textos de los autores clásicos sobre plantas medicinales o textos médicos, desde Galeno, Paracelso y Dioscórides hasta Avicena.
 Tenían amplios conocimientos sobre las propiedades terapéuticas de las plantas, la teoría hipocrático-galénica y la práctica clínica.

El monje sanitario trabajaba fundamentalmente en su laboratorio que en el momento no se diferenciaba de la botica.
En ésta había instrumentos como alambiques y retortas, morteros, manos y balanzas, los simples (plantas medicinales) y los compuestos (medicamentos ya preparados) se guardaban en cajas, botellas, recipientes de cerámica o bolsas de piel.
Los envases con inscripciones o dibujos que identificaban su contenido, se alineaban en los anaqueles y las bolsas se cuelgan de la pared.

San Isidoro de Sevilla (556-636) escribe un tratado de dietética.
En De Natura Rerum describe la peste y cuatrocientos cuarenta y tres  remedios higiénicos.
Para San Isidoro la salud es una integridad armónica y un equilibrio natural del cuerpo. La patología estudia la pérdida de equilibrio, y la armonía puede recuperarse mediante el arte de la moderación, esto es, la medicina.
En esta teoría vemos que se apoyan en la doctrina médica hipocrático-galénica, que se fundamenta básicamente en la prevención, por lo que la conservación del cuerpo sano mediante una forma de vida razonable, tiene un papel muy importante.
 La dieta, entendida como una norma de vida saludable que incluye la nutrición y todo lo relacionado con la higiene, es el primer instrumento del médico, la denominada ‘primera intención’, antes de proceder con la terapéutica farmacológica y, sólo en última instancia, ha de recurrirse a la cirugía.


Para la Farmacia, existían los monjes que disponían de un jardín que cultivaban ellos mismos, cultivando preferentemente escorzonera, cuyo tallo usaban para curar la diarrea, chopos…
En el jardín había también muy a menudo un estanque, en el que tenían sanguijuelas para hacer las llamadas “sangrías”. De hecho en algunos monasterios quedan placas que ponían en la entrada de ciertas habitaciones donde está escrito “Aquí se quita a los hermanos el exceso de sangre”.
Las preparaciones (compuestos), características de una terapéutica galenista, las elaboraban los monjes-sanitarios en una habitación, colocada junto al armario de los “pigmentos” o “botica”.
Además, el hecho de que los monjes viajasen con frecuencia a otros monasterios favorecía el intercambio de conocimientos científicos que se desarrollaron en la época, aunque éstos fueron escasos.
Las prácticas de disección, fundamentales para el desarrollo de la medicina, después del periodo helenista en el que se llegaron a realizar incluso vivisecciones, fueron desechadas de la práctica médica y prohibidas en el ámbito de las tres religiones monoteístas. Los cadáveres pasaron de ser algo tremendum para convertirse en algo pudendum, algo que ha de tratarse con consideración y respeto.



Como curiosidad podemos citar la película “El nombre de la rosa” que constituye una herramienta excelente para ilustrar aspectos de la ciencia y, particularmente, de la medicina-farmacia aún no separadas durante el periodo medieval.
En la película, la actividad médico-farmacéutica se refleja desde los primeros fotogramas.
Se puede ver al monje sanitario, el herbolario, trabajando el huerto y recolectando plantas medicinales. Posteriormente se hacen diversas referencias a plantas medicinales cultivadas por el propio monje herbolario, por ejemplo:
“El tallo de escorzonera para curar la diarrea…”
Un elemento clave en la actividad médico-farmacéutica de la abadía es su biblioteca, que desde el exterior se percibe como una enorme e impresionante edificación cuyo interior guarda miles de volúmenes de todo tipo, origen e ideología, copiados e ilustrados durante siglos de actividad en el scriptorium, página a página, los textos de los autores clásicos sobre plantas medicinales o textos médicos, entre otros.
El monje sanitario, trabaja fundamentalmente en su laboratorio por lo que diversas escenas se desarrollan en la botica. Ésta presenta el aspecto característico de la época. Los alambiques y las retortas, instrumentos fundamentales en el medievo para la producción de medicamentos, se reparten por la estancia. Los morteros, manos y balanzas reposan sobre las mesas. Los simples (plantas medicinales) y los compuestos (medicamentos ya preparados) se guardan en cajas, botellas, recipientes de cerámica o bolsas de piel. Los envases, con inscripciones o dibujos identificativos de su contenido, se alinean en los anaqueles y las bolsas se cuelgan de la pared.
Otro aspecto interesante señalado en la película es la minúscula diferencia entre medicamento y veneno, sólo cuestión de dosis.
“El arsénico en dosis pequeñas es útil en los trastornos nerviosos, pero si se administra en dosis elevadas provoca la muerte”
Y la diferencia es tan nimia que este fármaco-veneno se convierte en la herramienta perfecta para cometer los crímenes.
Aunque el monje herbolario, como ya se ha indicado, protagoniza un importante número de actividades propias de los hermanos sanitarios de la época, no refleja, sin embargo, otros aspectos relacionados con prácticas muy frecuentes y poco científicas, como por ejemplo la recolección de plantas medicinales en ciertos días y siguiendo ciertos ritos, o rezando determinadas plegarias, lo que les confería cierto poder curativo mágico. La influencia religiosa en el arte de curar, tan característica del periodo medieval, está ausente de modo explícito en esta película, si bien el ambiente de fanatismo y superstición de diversas escenas pudieran sugerírsela fácilmente al espectador.


Bibliografía

Puerto Sarmiento FJ. El mito de Panacea. Compendio de Historia de la Terapéutica y de la Farmacia. Aranjuez: Ed. Doce Calles S.L.; 1997.

Esteva Sagrera J. Historia de la Farmacia. Los medicamentos. La riqueza y el bienestar. Barcelona: Masson S.A.; 2005.

De Vicente González, Boticas monásticas, cartujanas y conventuales en España

www.revistamedicinacine.usal.es

LAVOISIER


Contexto Histórico
Lavoisier vivió en una época muy difícil, la época de la revolución francesa, que fue el proceso social y político acaecido en Francia entre 1789 y 1799, cuyas principales consecuencias fueron el derrocamiento de Luis XVI, perteneciente a la Casa real de los Borbones, la abolición de la monarquía en Francia y la proclamación de la I República, con lo que se pudo poner fin al Antiguo Régimen en este país.
También se daba lugar la llamada Independencia Estadounidense (1776-1783), conflicto entre las trece colonias británicas de la costa oriental de Norteamérica - que recibirían apoyo de Francia y España - y Gran Bretaña. EI resultado de la guerra fue que las colonias se independizaron de Gran Bretaña con el nombre de Estados Unidos de América. Este conflicto se conoce también como Revolución americana.
Al finalizar la guerra de la Independencia estadounidense (1783) vino el Tratado de Versalles (1783), conjunto de acuerdos concertados). Entre ellos hay que encuadrar el del 3 de septiembre de 1783 que ponía fin a la Guerra Anglo-española.
La Revolución Industrial se produjo también en aquella época, (1700-1950); proceso de evolución que conduce a una sociedad desde una economía agrícola tradicional hasta otra caracterizada por procesos de producción mecanizados para fabricar bienes a gran escala. Este proceso se produce en distintas épocas dependiendo de cada país.
La Guerra de Sucesión tuvo lugar en (1702-1714), conflicto dinástico e internacional tras el cual se asentó en España la dinastía Borbón. Además de dilucidarse el testamento de Carlos II y la legitimidad Borbónica, las potencias europeas se disputaban una serie de intereses territoriales, políticos y económicos a costa de España, víctima del reparto que se realizó al término del enfrentamiento.
A este siglo, se le ha llamado el siglo de las luces o siglo de la ilustración, que son el resultado de una aplicación de los hombres a la investigación sistemática del mundo, impulsada por la filosofía racionalista y práctica que entonces impera.
Vida y obra
Químico francés, considerado el fundador de la química moderna. Nació el 26 de agosto de 1743 en París, recibió una magnífica educación, primeramente en el Instituto Mazarino, donde ganó diversos premios; estudió leyes, obteniendo el grado de bachiller en 1763 y el licenciado el año siguiente. Se aficionó a la Química siguiendo las prácticas de Rouelle dadas en el jardín del Rey. La academia de ciencias, en 1764, convocó un premio para los trabajos sobre el tema: «La mejor manera de iluminar las calles de una ciudad, teniendo en cuenta la claridad, la facilidad de servicios y la economía». Lavoisier realizó numerosas experiencias, y aunque no se llevase el primer premio, fue recompensado con una medalla por el Rey. Fue elegido miembro de la Academia de Ciencias en 1768 por ello. En 1772 entrego un trabajo a la Academia en el que se daba cuenta de sus experiencias sobre la combustión de metales y fósforo.
En aquella época, numerosos e importantes descubrimientos relativos a los gases y a la combustión se estaban llevando a cabo.
En este campo destacaron Antoine Lavoisier y Joseph Priesley, 2 químicos enfrentados en sus puntos de vista científicos y político.
Lavoisier estaba relacionado con un estamento administrativo de la monarquía francesa para la recaudación de impuestos: la Ferme Generale. Por este motivo fue condenado por el tribunal revolucionario a ser decapitado en la guillotina, aun desoyendo las peticiones de clemencia de algunas personalidades políticas y científicas de la época (el presidente del tribunal las rechazo aduciendo que "la República no tiene necesidad de químicos ni sabios: el camino de la justicia no se verá interrumpido").
Ocupó diversos cargos públicos, incluidos los de director estatal de los trabajos para la fabricación de la pólvora en 1776, miembro de una comisión para establecer un sistema uniforme de pesas y medidas en 1790 y comisario del tesoro en 1791. Lavoisier trató de introducir reformas en el sistema monetario y tributario francés y en los métodos de producción agrícola.
ÉI realizó los primeros experimentos químicos realmente cuantitativos. Demostró que en una reacción química, la cantidad de materia es la misma al final y al comienzo de la reacción. Estos experimentos proporcionaron pruebas para la ley de la conservación de la materia *. Lavoisier también investigó la composición del agua y denominó a sus componentes oxígeno e hidrógeno.
Leyes de Conservación *, son leyes que afirman que en un sistema cerrado que experimenta un proceso físico, determinadas cantidades medibles permanecen constantes. Muchos consideran las leyes de conservación como las leyes físicas más importantes.
Aportación más importante al mundo de la Química
Desde el punto de vista científico, su "innovadora" forma de trabajar en el laboratorio mediante pesadas rigurosas llegó a derrocar a la teoría del flogisto a la que J. Priestley se aferro testarudamente hasta su muerte.
Algunos de los experimentos más importantes de Lavoisier, a parte de la ley de conservación de la materia, fue el descubrimiento del Oxígeno, la cuál quedó enmascarada por su testaruda adhesión a la teoría del flogisto (el nombre de Oxígeno fue dado por Lavoisier en 1774; pues Priestley inicialmente lo bautizó como "aire desflogisticado").
Lavoisier examinó la naturaleza de la combustión, demostrando que es un proceso en el que se produce la combinación de una sustancia con oxígeno. También reveló el papel del oxígeno en la respiración de los animales y las plantas. La explicación de Lavoisier de la combustión reemplazó a la teoría del flogisto, sustancia que desprendían los materiales al arder.
Desde el momento que se introdujeron criterios cuantitativos la teoría del flogisto ya no estaba tan clara. Y esto precisamente fue lo que hizo A. Lavoisier cuando en 1772 iniciar una serie de experimentos en los cuales calentaba metales en recipientes cerrados con una cantidad limitada de aire. Sobre la superficie del metal se desarrollaba una capa de calcinado hasta que esta no avanzaba más. Mediante pesadas cuidadosas llegó a las siguientes conclusiones:
1. El calcinado es más pesado que el metal original.
2. El sistema estudiado pesa lo mismo antes y después de la combustión.
Por tanto, algo en el recipiente debía haber perdido una cantidad de peso equivalente a la ganancia del metal original; y ese algo podría ser el aire.
Los partidarios de la teoría del flogisto dirían que se iba formando una cal hasta que el aire del sistema se saturaba de flogisto y ya no podía absorber más. Y que el hecho de que los materiales ganasen peso cuando se convertían en su cal era debido a que el flogisto es más ligero que el aire y, al combinarse con las sustancias tiende a levantarlas, haciendo disminuir su peso; por consiguiente, una perdida de flogisto debía hacer más pesada a la sustancia.
Fue por todo ello que durante una generación la química se convirtiese en la "ciencia francesa" (la frase persistió mas en Francia que en los demás países).
Con el químico francés Claude Louis Berthollet y otros, Lavoisier concibió una nomenclatura química, o sistema de nombres, que sirve de base al sistema moderno. La describió en Método de nomenclatura química (1787). En Tratado elemental de química (1789), Lavoisier aclara el concepto de elemento como una sustancia simple que no se puede dividir mediante ningún método de análisis químico conocido, y elaboró una teoría de la formación de los compuestos a partir de los elementos.
BIBLIOBRAFÍA
Gran Enciclopedia Larousse. Planeta.
Microsoft Encarta 99.
Gran Enciclopedia GER.
Léctun Juveníl.

Tema 15: Separación Profesional Medicina y Farmacia.


Tema 15: Separación Profesional Medicina y Farmacia.



Expedientes de Limpieza de Sangre
Y
Gremios

Guillermo José Aguilar Moreno
Javier Alía Bermejo


Guión:
1)   Introducción.
2)   Gremios: Evolución en España.
3)   Colegio Oficial de Farmaceúticos de Madrid.
4)   Expedientes de Limpieza de Sangre.
5)   Bibliografía.

















Introducción:

Durante la Edad Media, allá por el siglo XII, se produce la primera separación legal entre Medicina y Farmacia.
Sucede en Europa, en el llamado Reino de Arlés, situado al norte y al sur del río Ródano, en Francia. En las Leyes municipales de dicho Reino estaba reglamentado la realización de las profesiones relacionadas con la salud, así como la medicina y la farmacia.
Posteriormente, durante el reinado de Federico II en el Reino de las Dos Sicilias, en 1240, se publicó una reglamentación para la profesión sanitaria similar a la publicada en Arlés, pero en esta ocasión tuvo mayor relevancia en Europa.
Quedaba prohibida así la sociedad entre médicos y boticarios.
Esta separación fue debida a una serie de causas, una de las cuales fue la agrupación de los boticarios en gremios.
Como muchas otras profesiones la profesión farmacéutica se desarrolló en forma de gremios, los cuales agrupaban a diferentes comerciantes o artesanos de una misma familia de trabajo, cuando faltaban personas para formar estos gremios se asociaban entre ellos, los boticarios se asociaron además de entre ellos, con candeleros, cereros especieros, cirujanos y médicos.
La finalidad del gremio era económica y profesional pero tenían vínculos religiosos, y se ponían bajo protección de santos.
El acceso a los gremios estaba muy restringido, además de aprender como aprendiz de un boticario había que superar un examen en la ciudad, y además de eso para obtener el permiso de entrada al gremio era necesario un juramento profesional, una cierta riqueza monetaria, y atestiguamiento de pruebas de fe y de sangre. Debido al origen gremial se deben muchas de las estructuras farmacéuticas actuales.

Relación Histórica del Gremio de Boticarios con el Actual Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid: (Edad Media).
Ilustración de un antiguo laboratorio farmaceúticoEl actual Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid junto a la Real Academia de Farmacia, nacen en el año 1558 hermanados por un origen común. Desde entonces han unido fuerzas y criterios, con el claro objetivo de mantener las facetas Científicas y Profesional en una misma Corporación. Más de tres siglos duró esta unidad en los destinos Farmacéuticos, hasta que el primer Real Decreto de Colegiación Obligatoria de 12 de Abril de 1898, separó esta unión dando lugar a la creación del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid como institución independiente y autónoma.
Los antecedentes lejanos del corporativismo profesional entre los farmacéuticos se remontan a las asociaciones que surgieron en la Edad Media. Una de las primeras asociaciones registradas fue la creada por los Boticarios de la Villa de Madrid en 1589, año en el que constituyeron la "Congregación y Colegio de Boticarios del Sr. San Lucas y Nuestra Sra. de la Purificación", con sede en el Convento de San Felipe el Real, situado en el lugar que hoy ocupa el número uno de la calle Mayor.
Desde sus orígenes gremialistas y religiosos, este tipo de Congregaciones mantuvieron esta doble estructura, hasta que Felipe IV separó la función gremial de lo piadoso, momento en el cual la farmacia pasa a ocuparse de la Enseñanza, declarándola como Arte Científico mediante Pragmática del 13 de Marzo de 1650.
Por Real Cédula de Felipe V de 21 de Agosto de 1737, se crea el Real Colegio de Boticarios, confirmándosele todos los privilegios concedidos al Gremio por los Monarcas anteriores
En mayo de 1738, el Colegio celebró una Junta General, en la que se notificó haber recibido del Protomedicato un oficio, concediendo al Colegio la cesión de la Farmacopea Matritensi, para su impresión, venta y beneficio, así como el fomento del Censo y Enseñanzas Farmacéuticas.

La misión científica del Colegio fue también ampliada por Felipe V, encargándole la Enseñanza de Química y Botánica. El Colegio confeccionó la Tarifa y Petitorio, así como el emblema que en la actualidad ostenta la Real Academia de Farmacia, que consiste en un jardín con flores de ruda, romero y melisa, con una colmena de abejas y la leyenda "medicamenta non mella", tomada del viejo Plinio, libro XI, Capítulo 14. En este mismo año, se instala el Colegio en una casa de la calle Don Pedro, donde celebraba sus sesiones.


En 1742, la Corporación en defensa de su función profesional acordó pleitear contra los drogueros de Madrid, por sus muchos abusos y también contra un poderoso enemigo de los Boticarios; como eran las Comunidades Religiosas de España. Estas, en contra de las Leyes de la Nación y de las Bulas Pontificias, establecieron Boticas en los Conventos, no solamente para uso interno, sino para despachar al público. Satisfactoriamente para los Boticarios la lucha que finalizó veinte años más tarde.

El Real Colegio en 1748 nuevamente se muda, esta vez a la calle de Barquillo esquina a Saúco, (hoy Prim),. En la sede se instaló un Laboratorio Químico y un jardín de plantas. Entre las actividades que desarrolla en defensa de su función profesional merece destacar: prohibir la venta en los herbolarios de purgantes drásticos y abortivos como coloquíntida, eléboro, turbit y sabina entre otros. Por otro lado y a petición del Conde de Aranda, los boticarios desde 1766 estaban obligados a usar sombreros de tres picos en atención a su distinguido empleo.
Desde su creación en 1732 el Real Colegio de Farmacéuticos de Madrid definió claramente su vocación científica, así en el apartado I del Estatuto se plantea como objetivo "el cultivo y adelantamiento de la Pharmacia, Chimia, Botánica e Historia natural". Esta vocación científica abarcaba la defensa de la profesión y la erradicación del intrusismo ejercido por parte de herbolarios y drogueros.
La 2ª Edición de la Farmacopea Matritensi ve la luz en 1762, pocos años más tarde el Real Colegio se trastada a la calle Relatores, donde instala un laboratorio y las Cátedras de Química y Botánica. Poco tiempo después Carlos III separa el Protomedicato en tres ramas diferentes, así se divide en Medicina, Cirugía y Farmacia. A la vez se crean nuevos exámenes para los Boticarios.
En el año 1787, necesitando más amplitud para sus locales, se trasladó el Colegio a la calle de Atocha nº 147, instalando también el Laboratorio Químico, jardín de plantas y Biblioteca, estableciendo allí las primeras enseñanzas de Química y Botánica.
La venta de la Farmacopea, Tarifa, Petitorio y el beneficio exclusivo de la elaboración de la Triaca, producían al Colegio muy buenos ingresos, que le valieron para organizar las Enseñanzas Científicas, creando la Cátedra de Botánica para  mancebos, como  se  llamaba los jóvenes estudiantes que practicaban en la Boticas.
 En el año 1793, se editó la 1ª Edición de la Farmacopea Hispana. Edición que 3 años más tarde sería corregida debido a defectos en las preparaciones dando lugar a la 2ª farmacopea hispana en 1796.
En el año 1804, el Estado crea La Escuela de Farmacia de San Fernando, con las mismas enseñanzas científicas que tenía el Colegio. Ambas instituciones colaboran desde un principio, así el propio Colegio cede su local social, laboratorio, etc., en Atocha 147, domiciliando en él a la naciente Escuela de Farmacia de San Fernando, precursora de la Facultad de Farmacia.

Hasta 1814, las enseñanzas de Farmacia estuvieron ocupando las dependencias de la sede del Real Colegio, en Atocha 147 trasladándose este año por disposición de la Junta Superior Gubernativa de Farmacia a la calle Barco. Desligándose así el Real Colegio de aquella fundación que había creado como facultad de Farmacia, llamada entonces Escuela de San Fernando.
Antiguos frascos de medicinas
Antiguos frascos de medicina.

En 1815 Fernando VII considera a la clase farmacéutica, otorgándole el Privilegio de Facultad Científica.

En 1834 la Real Junta Superior Gubernativa de Farmacia, solicitó informe al Real Colegio sobre el mejor procedimiento para formar un Reglamento que había de regir las Enseñanzas de Farmacia.

En 1836 el Colegio propuso como medida vital para la farmacia, el establecimiento de Colegios Farmacéuticos en todas las capitales de provincia, pues consideraba que la profesión estaba en decadencia debido fundamentalmente a la pobreza de la nación y a la falta de legislación farmacéutica.
Esta dualidad científico-profesional en la actividad de este Colegio se aprecia en los Estatutos de1855 encabezados por el primer artículo que definía la institución como "una asociación científica de profesores de Farmacia", cuyo objetivo es "promover y propagar los adelantamientos de dicha ciencia y sus auxiliares, velar por el buen orden en el ejercicio de la profesión y contribuir al decoro y prosperidad de la clase farmacéutica".
Expedientes de Limpieza de Sangre
Las informaciones de legitimidad y limpieza de sangre se expandieron en España, a finales del siglo XV y surgieron como un instrumento de control social para excluir a determinados grupos humanos como los judíos, conversos, moriscos, herejes y protestantes con el propósito de evitar que estos ocuparan puestos y cargos públicos en instituciones, religiosas, militares y civiles. Desde la perspectiva de los “cristianos viejos” o “cristianos puros”, las creencias judías, la pronta conversión de los cristianos nuevos, las ideas subversivas del protestantismo y de herejía ponía en riesgo el poderío civil y religioso de los autodenominados “defensores de la fe católica”, ya que implicaba la posibilidad de actos de traición e infamia que sólo los de “sangre contaminada” podrían causar.
En un extracto del libro “Anales Histórico-Políticos de la Medicina, Cirugía y Farmacia”, escrito por el Dr. Don Manuel Fdez. de Gregorio, hayamos los porqués y la finalidad de estos expedientes de limpieza de sangre:
“[…] Ya sabe V. que se nos exige veinticinco años de edad en señal de la prudencia y madurez que deben tener unos depositarios de los medicamentos y de los venenos…Nos piden las leyes no haber ejercido nosotros ni nuestros padres y abuelos oficios mecánicos y viles, porque extraídos los boticarios de gentes nobles, tendrían más decoro, más temor de envilecerse, cometiendo alguna bajeza, son menos corruptibles para entrar en planes de asesinato meditado, de ayudar a algún aborto, y otras cosas…Por estas y otras causas tenemos que probar lo que llamamos Limpieza de Sangre, y que nuestros padres han ejercido oficios honoríficos, o que no se oponen a la nobleza de la medicina…Tenemos que probar una pública profesión de nuestra religión católica, apostólica y romana…que la deben haber profesado nuestras ascendientes hasta la quinta generación…De suerte que si alguno ha sido judío o procesado por la Inquisición por este motivo, o por heregía o apostasía, no puede obtener el título de Licenciado en Farmacia[…]”